CAPÍTULO 2 : “Socios”.

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Guatón sudaba como chancho sentado en el asiento de conductor de la 413 del Transantiago.De fondo se escuchaba una cumbia mientras los CDs que cuelgan como adorno reflejan la luz verdosa dentro del bus. Por más que Guatón miraba insistentemente y carajeaba a Lora y Luka no lograba sacarlos del estupor por la sorpresa del rescate. Los chicos no atinaban a subir al bus.

-Utas la lesera… va a quedar la escoba… ¡¡¡Arcadio, cúbreme!!! – exclamó Guatón al ver a los niños congelados bajo la pisadera del bus mientras, a gran velocidad, los zombis carabineros mutaban en bestias humeantes y los encapuchados lanzaban bolas de fuego verdoso rodeando el vehículo.

De un salto Guatón salió del asiento, se puso unas antiparras, guantes de goma y tomando un arma semejante a un diapasón gigante lleno de cables se impuso ante la horda rabiosa de zombis mutantes que inundaban el lugar. Mientras, por una ventana del bus se asoma Arcadio, su socio, y le grita:

-Toda la potencia lista loco, cuidao con el empujón… ¡¡voy por los cabros chicos!! Y moviendo la visera de su jockey hacia atrás bajó hasta la entrada del bus.

Los niños miraban a Guatón, este personaje gordo, grande y lento de andar, el cual avanzaba sin vacilar mientras botaba el humo del cigarrillo pegado en su boca. Desde su perspectiva era un gigante, un golem que acomodaba su cuerpo para lanzar su ataque. Así Guatón apretó el gatillo y lanzó una descarga eléctrica que incendió a los mutantes más cercanos, reventando sus cráneos y abdómenes. Guió el rayo en un arco, despedazando a toda criatura hostil que intentara entrar en el perímetro. Lanzaba carcajadas largas y expresivas mientras mutilaba zombis. Disfrutaba lo que hacía. La escena tiene un matiz extraño con cumbias de fondo en la radio.

Mientras Arcadio, su compadre de armas, subía a los niños al bus.

-Vamos cabros, no tengan miedo…- dijo cubriendo a los niños, cada uno bajo un brazo. Los chicos lo miran asombrados pues reconocieron al tío del aseo de su colegio.

Luka, siempre correcto y saliendo medio atontado del estupor, saca su pase escolar. Mira hacia todos lados buscando el cobrador electrónico.

-¡Puchas que eres pavo!- exclama Lora mientras Arcadio sonríe y le da palmadas en la espalda.

-Ya no hace falta muchacho… guarda ese plástico como un mal recuerdo… ¡Qué bueno es volverlos a ver chiquillos! – dijo Arcadio mientras guiaba a los niños dentro de un bus completamente acondicionado para sobrevivir.

-Mi pase se lo vendí a una niña del Sename… – comentó Lora resueltamente – cuático que a un escolar lo inviten a subir a un Transantiago sin pintarle el mono por el pase – remató con sarcasmo mientras sacudía el pelo del tembloroso Luka.

El bus del número 413 del transporte público parecía una casa rodante en su interior. La zona del conductor está completamente tapizada con adhesivos y adornos colgantes, muy al estilo de las micros en la década de los 80s del siglo XX. Una radio con casetera enchufada “a la mala”, con algunos cables hacia el panel de control de la máquina y un par de ventiladores giran de izquierda a derecha moviendo los variados adornos, marionetas colgadas del techo y el banderín del Wanderers que flamea sin cesar. Se pueden apreciar paneles metálicos replegables desde el techo, en caso de que los indeseables logren entrar al vehículo.

-Ya cabros relájense, si acá adentro no les va a pasar nah! ¿Quieren comer algo, tienen sed? – Preguntó con tranquilidad y cortésmente Arcadio – Acomódense mientras engañan la tripa un rato… – mientras afuera Guatón seguía luchando y retrocediendo hacia la puerta del bus.

-¡Ya poh hermaaanooooo, prende la malla con corriente! – Gritó Guatón subiendo al vehículo y lanzando las últimas descargas a algunos zombis kamikazes que intentaban impactar al bus.

¡Corriente en 3, 2, 1…! – Anunció Arcadio y bajó un interruptor que activó unas rejas plegables en el exterior del Transantiago, las cuales mientras bajaban generaban chispas y, de manera sorpresiva, empujaban con un golpe eléctrico a todos los zombis que colgaban e intentaban ingresar o atacar

La 413 se puso en marcha. Su avance desparramaba los restos de batalla de una guerra inconclusa. Guatón se sacaba las antiparras y guantes mientras conducía, mirando por el espejo retrovisor a los nuevos invitados. Con un paño se secó el sudor del rostro.

Repentinamente se escucha una transmisión de radio. Una voz dura y áspera pregunta por alguna novedad. Arcadio toma el radiotransmisor…

-Rescatamos a dos sobrevivientes y ahora mismo los llevamos hacia el refugio. – Respondió Arcadio mientras subía el pulgar aprobando la comunicación ante a la mirada de Guatón por el retrovisor. Guatón asiente con la cabeza.

-Comprendido, seguiré sus movimientos con el GPS, cambio y fuera. – Finalizó la voz.

-Cuídese en las alturas amigazo, cambio y fuera. – Dijo despidiéndose Arcadio.

Arcadio se mueve por el bus de manera resuelta, manipula algunos interruptores y despliega paneles de control mecánicos. Luka está pegado viéndolo trabajar, mientras toma agua de una botella. Inesperadamente Lora, que ya no aguantaba más con las dudas, comienza con la metralla de preguntas…

-¿Oiga tío que pasó acá que está tan la embarrá? Andan puros monstruos que aparte de feos son terribleh brígidos… ¿Aonde andaba usteh? ¿Cómo se salvó? ¿Qué pasó con todos los cabros del colegio? – interrogaba mientras se comía un pan con jamón y saltaban las migas desde su boca.

-Ah mija la historia es recompleja – comentó Arcadio – todo tuvo que ver con la planta nuclear allá en la comuna de La Florida, la que dio el problema inicial y luego siguió la de Maipú, que según sospecho, reaccionó ante la poderosa fuga de radiación de la primera generando la misma situación… aun así me sigue resultado raro el tema…

-¿Pero cómo poh tío, hablamos de que hubo un accidente nuclear en cada una de las dos plantas nucleares en Santiago? – Preguntó Luka mientras se arreglaba los lentes.

-¡Eso mismo! – exclamó Arcadio – y la onda radioactiva contaminó Santiago en casi su totalidad, pah colmo estamos en una cuenca, lo que hizo que se concentrará toda la contaminación nuclear.

-¡Uchas la custión! – Exclamó Lora ¿Eso quiere decir que nos vamos a transformar en monstruos? ¡Ahhh asquito!…

-No pueh mi niña, descubrimos que tras el primer golpe de radicación la gente se transformaba en monstruos, es decir mutaba y fusionaba con otras criaturas – Comentó Arcadio – después de eso no hemos encontrado gente “normal” que mute de la nada y a partir de eso nos hemos dedicado a rescatar gente con Guatón en este Transantiago acondicionado como máquina de guerra, mientras otras personas crean un refugio lo más resistente posible a los restos de radiación y a los mutantes.

Arcadio comentaba y respondía las preguntas de los niños con toda tranquilidad. Aparecen relatos extraños e historias de salvajismo y victoria. Mientras, Guatón seguía conduciendo por Avenida Gladis Marín y la cantidad de mutantes disminuía mientras avanzaba el camino. Ya cerca de metro Las Rejas se vislumbraba a lo lejos algunos monstruos alados en un cielo manchado de un verde con matices anaranjados de media tarde.

-¡Tuvimos suerte con Arcadio! – Gritó Guatón desde su puesto de chofer. – Estuvimos en el lugar y el momento correctos.

-Así fue poh compadre – Comentó Arcadio riendo y mirando a los niños – ahora nuestra pega es encontrar más sobrevivientes, reciclar lo que más podamos, crear armas que puedan destruir a tanto monstruo y generar refugios a prueba de todo, mira que los fiambres cada vez son más poderosos.

Durante la charla Lora ya se había desconectado del tema e investigaba las instalaciones interiores del bus. Intentaba apretar botones de los paneles, bajar palancas o manipular cualquier cosa con luces, a lo que Luka, constantemente pendiente de ella, le llamaba la atención con un silbido y una negativa de cabeza. Lora lo miraba enojada y le mostraba la lengua.

Repentinamente Guatón frenó bruscamente exclamando “Utas el perro eh mierd….”

Un cachorro yacía tirado frente al Transantiago gimiendo. Lora corrió hacia Guatón y mirando angustiada por el portal delantero descubrió a su perro regalón.

-¡Es mi Dino, nooooooo es mi Dino y lo atropellaste poh viejo rancio! – Exclamó Lora dándole unas palmadas al chofer en la cabeza y posteriormente corriendo hacia la puerta de salida.

-No podih salir poh cabra chica, si los fiambres te escuchan los tendremos a todos encima en un par de minutos – Sentenció Guatón – Además no atropellé al perro, se ve que estaba herido de antes… olvídate de él y sigamos el camino.

-¡Sale loco! – Dijo la taimada chica y como una ágil ardilla se encaramó en Guatón y salió por la ventanilla a la derecha del chofer.

Ya afuera la niña angustiada se acercó al cachorro, vio que tenía algunas patitas desfiguradas, protuberancias en el pelaje y sus ojos se habían tornado rojo brillante. Lo abrazó y acarició mientras el perro la lengüeteaba y reconocía a la niña que lo cuidaba y alimentaba en el colegio.

Guatón movía la cabeza negativamente, Arcadio miraba la escena con preocupación mientras confirmaba la carga de las baterías del bus. Luka se acercó a ambos y rompiendo con todo su miedo, les comentó a los dos hombres que iría por ella. Guatón abrió la puerta y Luka bajó.

-Te toca limpiar el patio flaco… – Dijo Guatón a Arcadio – Agarremos al par de cabros chicos y los llevamos al refugio… ya huelo a los mutantes…

-Maldigo el día en que pactamos masacrar zombis por turnos – Comentó Arcadio mientras reorganizaba los cables de la baterías – Enciende la máquina pues no nos queda suficiente corriente pal “Electroshock”…

Pero ya era demasiado tarde. Se escucharon aullidos y gritos magnificados a la lejanía. Desde varios puntos del cruce de calles aparecieron zombis avanzando a alta velocidad, otros daban saltos enormes y llegaban chorreando líquidos corrosivos. Algunos fiambres corrían con la tarjeta Bip en la mano y el maletín en la otra, un fiel indicador de su emoción y actividad en vida.

Luka, al ver que la turba corría hacia el bus, se puso de todos colores y corriendo de la manera más ridícula llegó donde Lora a pegarle el reto del año, pero al ver al perrito deforme dio dos saltos hacia atrás…

-¿Qué le pasó al Dino? – exclamo Luka sin poder concentrar la mirada en el cachorro, en Lora o en la horda de zombis mutantes que se aproximan. Lora se pone de pie y tomando un bate de madera que encontró en el suelo se interpone entre los zombis y su perro. Su expresión indica que está enfadada y antes de que comenzara con el rosario de garabatos, los mutantes comienzan a retroceder pues se percatan de que el quiltro comienza a transformarse en algo monstruoso de una manera exagerada.

-Les voy a sacar la cresta a tooooooooooodos… – Sentenció Lora mientras atrás Dino comenzó a moverse en forma extraña y a aumentar de tamaño.

El tierno perrito mutante se convertía en un monstruo insectoide de casi cuatro metros de alto, con múltiples patas y tentáculos carnívoros. Dando un alarido terrorífico el nuevo Dino comenzó a defender a una Lora asombrada que tropezaba avanzando junto a Luka hacia la puerta del Transantiago.

Repentinamente un chorro de ácido sumado a una llamarada destructora atravesó el espacio entre los chicos, la mascota mutante y el grupo de zombis criollos. Era Arcadio, el cual llevaba a la espalda “El Fuego Ácido”, un arma que mezclaba ácido altamente corrosivo y fuego que terminaba por rematar a los que intentaban sobreponerse al derretimiento. El espectáculo era dantesco.

-¡Juímonos YAH! – Gritó Guatón con el megáfono.

Y pareció que todos hubieran entendido la orden ya que sobrevivientes, zombis y hasta el mismo Dino, quien subió de un salto al techo del bus, giraron la cabeza hacia la máquina.

El silencio era espectral. Un sonido sordo acompañado de pisadas que hacían temblar la tierra anunciaba la presencia de una de las bestias más temidas en toda la fauna zombi mutante en Santiago de Zhile. Era el llamado “Gran Fiambre”, mutante que absorbe a los zombis y los integra en su cuerpo, haciéndolo cada vez más grande e indestructible. Asimila en su biosistema tanto a vivos como a muertos y reutiliza las mutaciones como armas y sistemas de defensa propios.

-¡Maldita sea ahora no! – Gritó Arcadio mirando a Guatón – ¡Vamoh vamoh vamoh… muevan las piernas cabros de ésta no nos salvamos! – Y, viendo que todos estaban dentro, cerró la puerta del bus y activó las mallas de protección electrificada más los dispositivos cortantes hechos con señales de tránsito.

El bus partió a toda marcha destrozando todo su paso. Pero ya el Gran Fiambre estaba saltando sobre el bus.

Lora mira a través de la ventana trasera y ve que Dino intercepta al gran monstruo en el aire, haciéndolo caer, lo rodea con sus tentáculos y mutila extremidades de zombis pegados al cuerpo del Gran Fiambre.

El bus se aleja a gran velocidad y quedan ambos animales deformes luchando en un coliseo de putrefacción.

Lora, Luka y Arcadio ven todo desde la ventana trasera de la 413.

-¡Sabe cuidarse solo el quiltro ese! – Exclamó Arcadio mientras revolvía el pelo de Lora.

-Callejero poh… – Respondió Lora con soltura.

CONTINUARA…

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